viernes, 6 de diciembre de 2019

Leyenda de la Virgen de la Soledad


Cuenta la leyenda que a mediados del siglo XVII llegaron a la Villa de Córdoba dos jóvenes artesanos, se presentaron ante el párroco y le pidieron el trabajo de tallar las imágenes de la Virgen de los Dolores de la Soledad de María, de Señor San José y del Sagrado Corazón de Jesús, comprometiéndose a realizarlas en poco tiempo, con la única condición de que no fueran molestados mientras hacían su labor y que los alimentos los dejaran en la parte de afuera del lugar que se les condicionó como taller.
Los maestros, disculpándose de no aceptar una invitación a comer por la urgencia que tenían de empezar inmediatamente las imágenes, se encerraron en el taller donde permanecieron sin ser vistos durante varios días.
Una mañana, la encargada de llevar los alimentos  llevó como de costumbre el desayuno al taller y lo dejo en la mesita junto a la cerrada puerta. Al mediodía que volvió con la comida y se encontró con que el desayuno seguía en el mismo lugar, luego de golpear bien fuerte las carcomidas maderas, puso  los alimentos en la mesa pero al caer la tarde llegó con la cena y vio que allí estaban el almuerzo y la comida como ella misma los había dejado, corrió alarmada a llamar al señor cura quien llegó al taller acompañado del sacristán. Intrigados porque nadie respondía, decidieron echar abajo la puerta y cuando al fin lograron derribarla y entrar en el cuarto, se quedaron mudos del asombro.

Allí, en medio de aquel improvisado y desierto taller, con las trémulas manos fuertemente enlazadas a la altura del pecho como si quisiera acallar los latidos de su desgarrado corazón, hermosa en su desamparo y su angustia, la Reina del Cielo, sola con su dolor parecía sollozar. De los ojos enrojecidos por el llanto dos gruesas lágrimas resbalaban sobre las mustias mejillas, y por los labios ligeramente entreabiertos por la aflicción semejaba escaparse, hondo y callado, un largo lamento.
Sin poder articular palabra cayeron de rodillas ante la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, y cuando repuestos de su asombro buscaron a los artistas se dieron cuenta que los dos jóvenes habían desaparecido del cerrado taller. En un extremo de la pieza estaban las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y de San José, tan hermosas y bien terminadas como la de la Inmaculada, y sobre el banco de trabajo los platos con toda la comida de aquellos cinco días, donde dicen los relatos que los alimentos se hallaban intactos.

Los cordobeses la consideran su protectora ya que cuentan que la virgen ha abandonado su nicho para evitar que alguna desgracia cayera sobre el pueblo, como sucedió en los tiempos en que se libraban batallas por la independencia, cuentan que la virgen se presentó ante el encargado de cuidar las municiones, que adormecido había dejado sobre un barril de pólvora un cabo de vela encendido, prevenido por la aparición celestial despertó a tiempo para apagarlo, evitando una desgracia.

En otra ocasión se dio a conocer la noticia de que un ciclón se dirigía hacía Córdoba, se tomaron las medidas necesarias aunque el ciclón se desvió sin causar daños a la ciudad, aunque su cola si causó desgracias en las poblaciones cercanas, cuentan que en las horas de mayor pánico alguien vio a una hermosa mujer vestida con un oscuro y largo manto y quien se negaba a buscar refugio alegando que debía cuidar a sus hijos, lo asombroso de esto es que al día siguiente fueron encontradas manchas de barro en el manto de la virgen.

El tiempo se ha encargado de otorgarle algunos milagros como los mencionados. En Semana Santa los cordobeses pueden contemplar la imagen en la procesión del silencio, esta tradición se ha realizado desde que la imagen fue tallada hasta la actualidad.